lunes, 27 de octubre de 2014

Lo importante de vivir y de tener con quien compartir la vida

Los que me conocen saben que me gusta mucho vivir la vida, me gusta disfrutarla y compartir con cuantos seres queridos puedo al mismo tiempo, me gusta estar rodeado de gente buena y mas me gusta que la gente buena se encuentre con mas gente buena a través de mi, me gusta conectar y me gusta que mis amigos conozcan gente que les aumenten sus características, las buenas claro.

Es verdad, yo tengo mucha fe en la gente, soy muy pendejo, por confiar en todo el mundo, pero la vida del desconfiado es muy triste, aunque es verdad que se arriesga menos a que lo jodan, también es verdad que se arriesga a no vivir, si, me han dado duro y aun falta un largo camino por recorrer, pero también es verdad que me han dado cosas buenas, momentos que atesoro, amigos que valoro, hermanos que amo y una familia que da de que hablar (en todos los sentidos es imposible quedar bien con todo el mundo) como el cuento del burro.

Para mi vivir la vida no es tan importante como compartirla, me encanta vivir porque me encanta compartir y me encantan las personas con quien la comparto, la comparto con uds hoy, y probablemente la compartí con uds anteriormente, quizás la pasamos mal algunas veces pero lo mas probable es que la mayor parte del tiempo la pasamos del carajo.

Y esta es mi manera de recordarlos y de decirles gracias por estar en mi vida y por disfrutar de ella conmigo.

A los que están cerca hoy les recuerdo que los amo, y a los que no están tan cerca los extraño muchísimo y espero juntarnos pronto (como dice kiko) y hacer que el mundo tiemble de nuevo al vernos llegar.

Pd. Este es el cuento del burro, es una parábola en realidad.

Un viejo y su hijo llevaban al mercado un asno para venderlo. Iban a pie para no fatigar al animal, pues pensaban que, al llegar descansado, se recomendaría solo en las ventas de la feria.

A poco se encontraron con unas mujeres, quienes comentaban la torpeza de caminar a pie teniendo tan buena cabalgadura.

El viejo, al oír el comentario, mandó a su hijo que montara en el burro. Después de andar algún trecho, pasaron cerca de un grupo de ancianos, quienes también criticaron la acción del mozo que iba montado, mientras que su anciano padre iba a pie.

Entonces, el viejo hizo desmontar al hijo y subióse él sobre el jumento. Más adelante hallaron un grupo de muchachos que, al verlos pasar, trataron al viejo de inhumano, ya que iba muy cómodo sobre el pollino, mientras que el zagal apenas podía caminar por el cansancio.

Al buen viejo le pareció haber encontrado el secreto de complacer a todo el mundo, haciendo que el mozo montase al anca; cuando un hombre, dirigiéndose a ellos, les gritó:

– ¿Cuál de los tres es el asno?

Sintióse el viejo muy contrariado con esta pregunta burlona; también un vecino manifestó su parecer diciendo que era una barbaridad cargar de aquella manera a un animal tan pequeño y débil.

El viejo encontró razonable la observación y, para evitar que el jumento muriera en el camino, decidió llevarlo cargado hasta la feria.

Entre él y su hijo ataron al animal con una cuerda y, tomando en hombros una extremidad cada uno, fueron trabajosamente llevando a la bestia en dirección al pueblo.

Entonces sucedió que una procesión de curiosos les seguía haciendo bromas, al ver que dos personas llevaban un asno a cuestas.

Finalmente, al pasar un puente, el burro hizo un esfuerzo para recobrar su libertad y, asustado con tanto alboroto, cayó al agua y se ahogó.

El pobre viejo, por pretender complacer a todos, perdió su asno. Por ello, conviene no ser demasiado complaciente cuando se tiene la razón.

“Si a todos quieres agradar, a nadie podrás contentar”

Fuente de la historia http://www.unafabulacorta.com/2013/08/el-viejo-y-el-asno.html

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