jueves, 28 de mayo de 2015

Unas maletas llenas de desesperanza...


No me acuerdo si lo dije alguna vez, si lo dije, mis padres me lo recordaran en los comentarios, mi familia materna es cubana, los cinco son exiliados de un comunismo extremadamente exitoso tanto en cumplir sus objetivos como en hacer creer a la gente que no han logrado nada...

Les suena familiar?

Por mucho tiempo de mi vida mis recuerdos de Cuba o mi imagen de Cuba, era la maleta que mi abuelo llevaba llena de cosas absurdas (jabón, café, etc) y traía de regreso casi vacía, salvo por unas pocos tesoros familiares, curiosas manualidades casi primitivas y mucha mucha desesperanza...

Desesperanza de esperar la muerte de un dictador que nunca murió, el fin de un régimen que nunca cayo y la fiesta de libertad  que  una guarachera y una ciudad no podrán celebrar juntos jamás.

Por un tiempo pensé que en mi vida las maletas de desesperanza solo irían y vendrían de Cuba.

Que equivocado estaba...

Ahora las maletas de desesperanza vienen y van de Venezuela, maletas que se van con lo mismo o mas que las de cuba y vienen con aun menos, vienen con tesoros familiares que no quieren que se pierdan o que roben, aparatos que no tienen reparación allá, cosas que deje de mi infancia, en fin tesoros que por una parte me hacen sentir feliz porque los extrañaba, pero por otra parte me recuerdan que así como en cuba no hay vuelta atrás.

Pero lo que mas me duele es la mirada de los que traen esas maletas, vienen con la misma mirada con la que viene mi abuelo cuando llega de Cuba, una mirada nostálgica, sentimental y casi triste de tener tanto y que ellos tengan tan poco aunque en el caso de los que vienen de visita solo sea por unos días.

Una mirada que solo entendí cuando fui a Cuba y me entere que los turistas tienen mas derechos que ellos (y no porque tengan vocación de servicio), que en el mundo existen colas o filas para abortar niños, pero lo mas importante que aprendí, es que el ser humano se adapta a todo, mientras el cambio sea lento y progresivo todos o casi todos, se rendirán y aceptaran la nueva "normalidad".

Una normalidad que es inaceptable, atroz, una "normalidad" que no hay manera de que me entre en la cabeza y un conformismo y una cobardía que a veces me da asco (sin ánimos de ofender a nadie), yo entiendo que yo no soy de esa normalidad ni de ninguna otra (hace rato que me di cuenta de eso), pero si no llenan esas maletas de valor, bolas, cojones o de guaramo, para irse.

Solo las podrán llenar con desesperanza, una y otra vez...

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